More and more I've been seeing queer imported into Spanish spelled as cuir. When I went looking for discussions of this I found an interesting argument for using queer theory without using the term itself at all.
Susana Vargas Cervantes writes, "En América Latina, como respuesta crítica por decolonizar el término, académicas y activistas han optado por escribirlo en español, como suena fonéticamente: cuir. Esto representa un intento muy válido, pero la resistencia en el desplazamiento de esta enunciación es a partir de un término aprendido en relación al queer anglosajón.
Ni queer ni cuir tienen un sentido cultural local. Tanto para los grupos académicos como para los activistas, el termino queer es un anglicismo. El sujeto que enuncia, desde la academia o el activismo, el acto performativo “Soy queer” o “ Soy cuir” revela una posición de privilegio –en México, por lo general, asociado con la “blancura”– porque manifiesta el acceso a educación y capital cultural. Así, este acto de habla performativo en México es inseparable, además de la identidad de género y sexual, de la clase y, en cierto sentido y por tanto, de la tonalidad de piel. La identidad queer no está constituida, entonces, a partir de un mismo acto performativo en Estados Unidos y Canadá como en México o América Latina.
Ahora bien, me gustaría dejar claro que, más que defender la puridad de los términos, con este análisis estoy argumentando que en México la iterabilidad del término queer es limitada, así como su poder de citacionalidad que deriva en su potencial político y su capacidad para socializarse y reiterarse. Estoy sugiriendo movernos de la expectativa de que un término, tal como queer, y su lucha por resistirlo como cuir, contenga toda una discusión acerca de la subjetividad y los procesos de subjetivación.
Más que centrarnos en una discusión sobre cómo traducir de mejor manera el término queer en un contexto cultural diferente al de su origen, el debate en México y América Latina gana más si nos concentramos en cómo adoptar las principales teorías performativas de género y sexo y, más que nada, en cómo adaptarlas a diferentes contextos culturales. ¿Cómo se puede adoptar y adaptar la teoría y la metodología queer, teniendo en cuenta su colonialismo cultural e intelectual, sin privar a la academia de América Latina de una poderosa fuente política de movilización? Me inquieta también esta pregunta en estos momentos históricos: ¿cómo generamos y utilizamos términos para un movimiento de solidaridad transnacional de sexualidades periféricas?"
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